Personas del pueblo Inga reunidas posando
Foto: SCRD

“Kausankamalla”, una invitación del pueblo Inga a disfrutar mientras vivamos

Patricia Jacanamijoy, exgobernadora y lideresa del pueblo Inga en Bogotá, nos cuenta cómo han adaptado sus tradiciones del Putumayo a la capital colombiana y sus esfuerzos por conservar su lengua materna. 

Su testimonio es una conmemoración al Día Nacional de la Lengua Nativa y el Día Internacional de las Lenguas Modernas, que se celebra cada 21 de febrero.

El pueblo Inga en Bogotá está conformado por 300 familias, cuyos ancestros están asentados en la ciudad desde hace 45 años en el Cabildo Indígena Inga, ubicado en el barrio Santa Bárbara, en La Candelaria. Aunque este es su principal lugar de reunión, las familias están distribuidas en catorce localidades de la ciudad, principalmente en Ciudad Bolívar, Usme, Rafael Uribe Uribe, Santa Fe, Bosa y Los Mártires.

Un pilar fundamental para su adaptación en Bogotá ha sido la constitución del Cabildo Inga, pues con la tenencia de un espacio físico han logrado fortalecer sus usos, costumbres y tradiciones, como la celebración del Atun Puncha, o Día Grande, una de sus fiestas más importantes. Esta es una celebración para recibir el año nuevo y renovar la energía, en la que además se le hace honor al arco iris. Se hace todos años, el día martes, antes del miércoles de ceniza.

“Para nosotros esta es una época de fecundidad, de cosecha, de agradecer a la Alpa Mama (Madre Tierra), y aquí como no tenemos espacios para cultivar y sembrar, lo que hacemos es una minga de alimentos para proveer a nuestras familias”, cuenta Jacanamijoy.

En esta celebración es muy importante la participación de niños, niñas y jóvenes, para que compartan con los mayores y se involucren con la música y los bailes tradicionales. También es una fecha para reestablecer lazos de hermandad y amistad, pues a veces puede pasar un año sin que se encuentren todas las familias del pueblo Inga.

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El 80% de la comunidad, según la exgobernadora, se dedica a las ventas informales, sobre todo de su medicina tradicional y piezas de arte como tallados en madera, tejidos en chaquiras y lana. El porcentaje restante son contratistas o trabajan con entidades privadas.

“Una de las medicinas tradicionales es la toma del yagé, que ha sido practicada por jóvenes mayores que hacen la transmisión de conocimientos desde muy chicos, pues un taita o un médico tradicional se prepara casi que desde el vientre de la madre y hay muchas familias que tienen esa descendencia, que es transmitida a los niños y jóvenes”, afirma la exgobernadora.

“También, como medicina tradicional, tenemos la shishaja o yagé de páramo, con la que también realizamos rituales”, indica.

 

En Bogotá hay dos espacios en los que varias familias Inga tienen puestos de trabajo y espacios de acopio, como el centro comercial Caravana o el Puratena, ubicados entre la calle 12 y 12c y la carrera 8, en el centro, donde se puede comprar su medicina ancestral y sus artesanías.

Estos lugares son muy importantes porque se han convertido en una de las formas más efectivas para conservar la lengua materna, pues allí los niños y niñas suelen acompañar a sus padres y es un entorno en el que se vive la lengua Inga.

“Inculcar la lengua materna se ha convertido en un tema complejo, pues las familias de la nueva generación se han unido a familias no indígenas, así que paulatinamente se va perdiendo la práctica del uso de la lengua”, afirma la lideresa.

Por ello, el cabildo ha hecho esfuerzos para ofrecer talleres de formación y fortalecimiento en música, danza y tejido, que se aprovechan para hacer una transversalización de aprendizaje de la lengua materna.
La Casa de Pensamiento Indígena, que funciona como jardín infantil de esta comunidad, también juega un papel importante, pues allí las maestras les enseñan la lengua a grupos de veinte a treinta niños y niñas Inga.

“El inga viene siendo una variante del quechua. Nosotros nos entendemos con los Quichuas del Ecuador, con los Aymara de Bolivia y con algunos indígenas de Perú”, explica Jacanamijoy.

“En Colombia se habla en el alto, bajo y medio Putumayo, y cada uno tiene una variante en vocales o en la forma de hablarlo. El pueblo Inga de San Andrés, en el medio Putumayo, lo habla corrido, en cambio, el pueblo Inga de Santiago, en el alto, lo hablamos más pausadito”, cuenta esta lideresa social.

Para este pueblo, conservar la lengua materna es un pilar fundamental de su identidad, algo muy importante para un indígena, por ello están buscando otros canales no tradicionales para socializarla. 

Por ejemplo, la cuenta de Instagram Pensamiento Inga es una iniciativa de un miembro de la comunidad que busca otros escenarios educativos para llevar la lengua a la práctica.

 

“Celebrar el Día de las Lenguas Nativas y Maternas es una reivindicación de los derechos lingüísticos que tenemos como pueblos indígenas, pues nos han desconocido (…) Mi primera lengua es la inga, y para mí fue tortuoso aprender a hablar castellano y hacerme entender. Es difícil traducir el inga al español, así que esto nos permite generar programas más adecuados a nuestras necesidades lingüísticas”, cuenta Jacanamijoy.

“Hay una palabra que usamos mucho nosotros, en el pueblo, y es kausankamalla: significa “mientras vivamos”, y de ahí se desprenden muchas frases como “Mientras vivamos, bailemos, cantemos, lloremos”, agrega.


Una invitación para celebrar el Día Grande

Hoy, 21 de febrero, las y los bogotanos se podrán unir a la celebración del Atun Puncha (Día grande), que se hará en la Plaza de Bolívar, en donde habrá juegos tradicionales, cantos, versos y rituales. Lo importante es llevar un instrumento musical para cantarle al universo según el estado de ánimo y una taza para tomar chicha.
 

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