La profecía del frailejón: el llamado ecológico del Teatro Laboratorio La Huella en Bogotá
Acompañados del característico sonido del agua en caída libre, Mauricio Córdoba, Eduardo Jiménez, y Daniel Vargas circundan la ornamental fuente del Chorro de Quevedo en búsqueda de una locación idónea para dar vida a lo que alguna vez fue un proyecto onírico, pero que pide a gritos su materialización: La Profecía del Frailejón.
Por: Juan Diego Bernal
Fotos de: Andrés Piscov
Con tonos amarillos, blancos, negros, cafés y hasta rojos, el trío de artistas, ad portas de debutar en la primera edición del FIAV Bogotá Festival Internacional de Artes Vivas, recorren las icónicas calles del centro en busca de un lugar adecuado que les permita despojarse de su identidad y dar vida a Siepam, Jatapune, y Uqumara, espíritus guardianas y protectores del agua, el páramo y la naturaleza.
La huella de la naturaleza en una ciudad gris
El Teatro Laboratorio La Huella, nombre al que responde esta agrupación teatral bogotana, está estupefacta al encontrar lo que denominan como “el último vestigio de naturaleza” en medio de una Bogotá cada vez más urbana y gris.
Montados unos sobre otros observan un imponente árbol con follaje, el cual inmediatamente contrasta con la aridez de aquel que está detrás. Madera muerta con una imagen campesina de fondo, la cual evidencia la incapacidad de sobrevivir a la hostilidad citadina.
Quien era Eduardo Jiménez ahora es Siepam, un espíritu personificado en un hombre musgo, quien despierta de un sueño milenario al ver la sequía que sufre la Abuela Agua en los tiempos actuales de Bogotá. Así se apodera de la cámara y convoca a los siguientes personajes.
Al llamado de Siepam, Daniel Vargas se aliena de su ser para dar paso a Jatapune, un ser ancestral mitad zorro y mitad maíz, el cual despierta con recuerdos de haber convivido con la humanidad. Su rostro y personalidad parecen haber sido contaminadas por el hombre y es él quien guía a la terna hacia la Profecía del Frailejón.
Por último, Uqumara convierte paulatinamente a Mauricio Córdoba en un osezno de roca. Su cara, completamente blanca, tiene una mirada de despertar, pues es un espíritu liberado capaz de causar temblores desde el centro de la Tierra, como respuesta a los negros sangrados que producen los hombres por la extracción del petróleo.
Un drama ecológico en las calles de Bogotá
En medio del corazón de la que alguna vez fue conocida como Bacatá, Siepam, Jatapune, y Uqumara caminan con expresiones histriónicas y vociferan como hollín, humo, ciudad, humanos y muerte.
Estos seres mitológicos comienzan a interactuar con transeúntes y a contarles acerca de la destrucción que están sufriendo nuestros páramos y humedales a manos de la contaminación.
Quienes a partir de ahora son sus espectadores, miran y en algunos casos se detienen a escuchar sobre el destino inevitable al que nos acercamos como humanidad si no hacemos nada por el medioambiente. Los tres artistas saltan, se ponen de cabeza y buscan atraer la atención.
Las escaleras del tradicional Teatro Colón en este punto eran un escenario para el Teatro Laboratorio La Huella. Así nos regalaron indelebles recuerdos sobre las artes vivas y nos recordaron que las experiencias jamás se podrán vivir dos veces de la misma manera, pues estas son cambiantes.
Al frente de una de las ventanas del Teatro, Siepam, Jatapune, y Uqumara observan el cielo gris citadino. La naturaleza está ahora muy lejos y se muestra ajena a ellos, solo pueden observarla en las montañas. La ciudad ha transformado por completo lo que alguna vez conocieron.
La experiencia inmersiva llegó también a la Plaza de Bolívar, donde siguieron promoviendo su drama ecológico. Oficinistas, turistas, estudiantes y trabajadores escucharon el llamado de la naturaleza y recibieron el mensaje de sacudirse el polvo, limpiar sus pulmones y abrir los ojos frente a una problemática crítica.
La segunda oportunidad de la Profecía del Frailejón
Delante de la Catedral Primada de Colombia, un hombre se acercó a Jatapune, le extendió su mano y le preguntó cómo detener la destrucción inminente a la que nos acercamos. El medio zorro, con su palma volcada hacia el alto, le respondió: “Con la Profecía del Frailejón: ella augura una segunda oportunidad para la Tierra como la conocemos”.
El viaje finaliza de esta manera, o al menos por esta mañana, ya que la totalidad de esta obra recorrerá una vez más las calles de la ciudad en el marco del FIAV Bogotá, una experiencia de artes vivas que abrirá las puertas de la Capital al mundo y le dará la bienvenida a la diversidad y pluralidad.
El Teatro Laboratorio La Huella es una compañía bogotana fundada en el 2005 que realiza obras para espacios no convencionales, alternativos y performance al aire libre. Su objetivo es establecer diálogos directos con la percepción del ciudadano en su lugar de tránsito.