
Entre la cultura y el algoritmo: aprendizajes del diplomado en transformación digital
La transformación digital no solo implica tecnología: redefine la cultura, la ciudadanía y nuestras formas de convivir. El diplomado Impactos Culturales de la Transformación Digital mostró cómo pensar críticamente estos cambios desde la gestión cultural y el aprendizaje colectivo
Por: Claudia Meyer | Investigadora, docente y poeta. Publicado originalmente en elescarabajo.com
La transformación digital suele asociarse a innovaciones técnicas, dispositivos de rápida obsolescencia y plataformas orientadas a la inmediatez y la eficiencia. No obstante, estos procesos implican también dimensiones culturales que inciden en los modos de vida, las relaciones sociales y las formas de organización comunitaria. La realización del diplomado Impactos Culturales de la Transformación Digital, organizado por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá en conjunto con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), representó un ejercicio formativo que, además de aportar un marco académico actualizado, promovió una reflexión crítica sobre las implicaciones presentes y futuras de la digitalización en las prácticas culturales.
La reseña que sigue busca dar cuenta de esta experiencia desde la vivencia personal de haber recorrido sus módulos, leído sus materiales, participado en las actividades y reflexionado sobre las implicaciones de la digitalización en la cultura.
El diplomado se desarrolló en una plataforma educativa con la lógica de un MOOC (Massive Open Online Course) autogestionado, que permitió a cada participante gestionar de manera independiente sus tiempos de estudio. La arquitectura de información fue clara e intuitiva, con un sistema secuencial de aprobación por módulos que promovió un avance ordenado en el proceso formativo. El entorno integró múltiples recursos (videos, podcasts, infografías, galerías de imágenes y enlaces a materiales complementarios) que ampliaron la experiencia más allá de las lecturas en PDF.
Se incorporaron dinámicas interactivas y estrategias de gamificación que combinaron el rigor académico con elementos motivacionales, favoreciendo la participación activa y el logro progresivo de objetivos. Como complemento, se recomendó la elaboración de una bitácora personal para registrar reflexiones, y se habilitaron foros de discusión que facilitaron el intercambio de experiencias entre participantes de distintas regiones, aportando diversidad de perspectivas y enriqueciendo la comprensión de los contenidos.
El equipo académico del diplomado estuvo conformado por: Felipe C. Londoño, arquitecto y doctor en ingeniería multimedia, especialista en arte y tecnología; Liliana López Borbón, con sólida trayectoria en gestión cultural; Marta Pavese Porto, periodista y crítica cultural; Ángel Mestres, educador social y director de proyectos culturales; Jorge Melguizo, con amplia experiencia en cultura ciudadana y urbanismo social; y Fernando Vicario, especialista en cooperación cultural
Un complemento importante a la dinámica fue la programación de encuentros sincrónicos con los responsables de cada módulo, espacios que permitieron visualizar la estructura de los contenidos y generar un diálogo cercano entre los participantes y el equipo académico.
El diplomado tuvo una duración de 121 horas, distribuidas en cuatro meses de trabajo autónomo, con la modalidad híbrida como marco metodológico. La estructura fue clara: cuatro módulos diseñados para abordar progresivamente los temas centrales de la intersección entre cultura y transformación digital.
El primer módulo, Impactos culturales de la transformación digital, introdujo los conceptos de cultura digital y redes, explorando tanto la diversidad cultural como la tecnodiversidad, además de abordar la educación y el empoderamiento en la era digital. A partir de marcos teóricos propuestos por autores como Castells, Lévy, Han y Jenkins, entre otros, se profundizó en cómo la tecnología transforma a las comunidades iberoamericanas y en la necesidad de interpretarla desde perspectivas críticas y plurales.
En el segundo módulo, Construcción de ciudadanía digital, la atención se centró en nociones como el civismo digital, el capital social digital y los procesos de construcción ciudadana mediados por plataformas tecnológicas. La reflexión giró en torno a las oportunidades que ofrecen estas herramientas para fomentar la participación ciudadana, pero también sus riesgos: la exclusión, la polarización y la manipulación algorítmica que amenazan la vida democrática.
El tercer módulo, Cultura y sociedad en la era digital, impulsó un análisis de las transformaciones culturales derivadas de la digitalización, así como de los desafíos que enfrentan la política y la gestión cultural contemporáneas. Se discutieron la cooperación cultural y la cibercultura, poniendo de relieve la necesidad de construir una institucionalidad sólida que permita sostener procesos culturales que trasciendan lo inmediato y se proyecten hacia el futuro.
Finalmente, el cuarto módulo, Consumo y creación cultural en la era digital, se enfocó en los patrones de consumo en plataformas digitales, las dinámicas de creación y circulación de contenidos, así como en las motivaciones que guían estas prácticas. Se resaltó la importancia de reconocer a los consumidores como creadores activos, lo que invita a repensar la relación entre audiencias, productores y plataformas en el ecosistema digital contemporáneo.
Una de las mayores fortalezas del diplomado fue la riqueza de sus materiales de lectura y las dinámicas de reflexión propuestas. Los textos seleccionados incluían autores clásicos y contemporáneos, desde Castells y Lévy hasta Byung-Chul Han, Henry Jenkins, Shoshana Zuboff o Arturo Escobar. Estas lecturas permitieron abordar fenómenos como la sociedad red, la cibercultura, la cultura participativa, el capitalismo de vigilancia o la hiperculturalidad.
La calidad de los contenidos fue notable: la selección bibliográfica resultó amplia, actualizada y con clara pertinencia iberoamericana, lo que permitió situar la discusión en contextos cercanos y, al mismo tiempo, en diálogo con tendencias globales. Esta base se enriqueció con la interdisciplinariedad de las perspectivas convocadas, pues los temas fueron abordados desde la sociología, la filosofía, la comunicación, la gestión cultural y la tecnología, configurando un panorama que favoreció la comprensión de las complejidades de la transformación digital.
Además de los textos académicos, se incorporaron casos prácticos de distintas regiones, como las redes comunitarias de internet en Argentina (Altermundi), las plataformas de participación ciudadana en Madrid, los laboratorios culturales en Colombia, o experiencias de arte y tecnología en Brasil y México.
Un aspecto relevante fue pensar la cultura digital no solo como un conjunto de herramientas, sino como un espacio de construcción de identidades y de convivencia. La idea de «aprender a saber, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos» atravesaba todos los módulos, recordando que la digitalización afecta tanto lo técnico como lo humano.
La reflexión crítica sobre los impactos de la digitalización en la salud mental, la cohesión social, la diversidad cultural y la democracia fue constante. El diplomado no se limitó a exaltar las ventajas de la tecnología, sino que también señaló riesgos y dilemas éticos, abriendo espacio para que cada participante formulara su propio juicio.
Resulta pertinente destacar la calidad y pertinencia de las síntesis descargables al final de cada módulo. Su claridad estructural y el modo en que condensan los contenidos más relevantes del diplomado las convierte en un recurso con potencial para trascender el ámbito formativo inmediato.
La transformación digital no es un fenómeno neutral, sino que redefine las relaciones sociales, los procesos de creación cultural y la construcción de ciudadanía. El diplomado ofreció herramientas conceptuales y prácticas para pensar críticamente estos cambios y para orientar actuaciones en consecuencia en la gestión cultural.
El aprendizaje en el ámbito cultural debe ser continuo. Los escenarios actuales están marcados por la incertidumbre, la rapidez del cambio y la necesidad de articular esfuerzos colectivos. Los gestores, investigadores y profesionales de la cultura necesitan comprender los fenómenos digitales y diseñar estrategias que fortalezcan la cohesión social, la diversidad cultural y la participación ciudadana. En este sentido, el hecho de que el diplomado fuera gratuito indica no solo la relevancia de la iniciativa institucional, sino también la responsabilidad individual de buscar y aprovechar recursos formativos de libre acceso.
La cultura digital no se construye en solitario, sino en red, con comunidades que dialogan, crean y se transforman juntas. El diplomado recordó que la cultura puede y debe ser un espacio de resistencia, de innovación y de construcción de futuro: no se trata solo de adaptarse a la transformación digital, sino de participar activamente en su orientación, de manera ética, inclusiva y sostenible.