Abrir el canto para hacer más grande la voz Despedimos a “Teto” Ocampo

De vez en cuando alguien escucha un rumor, una vibración en el aire, un silbo particular donde siente que se resume el palpitar del mundo. Puede ser en medio del afán de la ciudad, o en la mañana despejada de un pueblo bajo el sol, puede ser el temblor en la garganta de un pájaro, o la vibración de una guitarra. Ernesto “Teto” Ocampo afirmó en alguna entrevista que había escuchado ese destino gracias a su abuelo, a la banda de pueblo, a los arreglos musicales con los que aprendió a tocar. Desde entonces y a lo largo de su vida no dejó de perseguir esa música secreta, ni de abrir el camino para que artistas colombianos pudieran expresar a través de ella lo que late y vibra en el corazón de un país.

Esta mañana de miércoles nos recibe con la noticia de su muerte. Cuando un músico como “Teto” Ocampo parte, deja tras de sí un inventario de recuerdos donde son miles los que reconocen su influjo, su importancia discreta y constante, su relevancia como explorador de los sonidos propios, como creador de nuevas posibilidades. Su influencia musical —cuya más sonada presencia está en su papel como productor y guitarrista de los Clásicos de la Provincia, pero que se desborda de allí y abarca tantos proyectos más— seguirá trazando cauces y abriendo cantos, porque supo transmitir el riesgo y el gozo del hallazgo de quienes se atreven a seguir su pasión más allá de los sonidos establecidos.

Nos sumamos a las voces que desde el cariño y la admiración despiden al músico, a las que resaltan su labor y difunden su obra, a las que reconocen su importancia en la escena cultural colombiana. Nos sumamos a las voces que desde la vibración del canto entonan un adiós amargo lleno de sentimientos dulces: para despedir a un cantante desde su legado, con la música que ayudó a expandir y que en su memoria seguirá vibrando.

A la familia, a los amigos y amigas, les acompañamos y abrazamos solidariamente.