Stand de Rey Naranjo en la FILBo 2025
Foto: SCRD

Editoriales independientes encontraron refugio y visibilidad en la FILBo 2025

La Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) transcurre en 23 pabellones desbordados de novelas, cuentos, poemas y ensayos, entre otros géneros literarios. Cada año, más de 500 expositores —nacionales e internacionales— preparan y visten sus stands para captar la atención de lectores que, aunque en algunos casos llegan con el tiempo justo, suelen tener las ideas claras: saben qué quieren, qué buscan y exactamente dónde encontrarlo.

No obstante, entre la multitud de voces, portadas pintorescas y nuevos autores, hay un punto que, año tras año, sigue congregando visitantes con una fidelidad casi religiosa: el pabellón 17, un espacio dedicado a las editoriales independientes.

Allí destacan gestores, editores y libreros que han dedicado una parte de su vida, o incluso toda, a hacer visibles aquellas voces que esperan con urgencia ser escuchadas. “En 2012 o 2013 nació una iniciativa llamada Ruta de la independencia, que consistía en armar un mapa para los visitantes de la FILBo, en el que se les mostraba dónde estaban todas las editoriales independientes.” — mencionaba Violeta Gómez, directora comercial de Diligencia Libros y directora editorial de Editorial Saudade (enfocada en narrativas LGBTIQ+) — “Esa fue la semilla de un proyecto que después abanderó el Comité de Editoriales Independientes en la Cámara Colombiana del Libro para poder hacer realidad el pabellón 17 que nace en la FILBo 2018”.

Al interior del 17 hay stands elaborados con diversos materiales, algunos utilizan de base un cartón que asemeja a una típica caja, con estanterías adecuadas encima de ellas para posar algunos libros. Otros usan mesas de madera largas en forma de “L”, con cinco cubículos en la parte inferior que, a simple vista, parecen servir de soporte para la estructura, pero que, con una mirada más atenta, se transformaban en bodegas y casilleros.

Animal Extinto Editorial, por ejemplo, exhibe entre cajas la frase “COLECTIVO HURACÁN”, en letras verdes grandes y mayúsculas. Edgar Blanco, uno de sus fundadores junto a Lucía Buitrago, cuenta que llevan doce años en el medio: “Lo más difícil de esto es lograr que sea autogestivo, que las inversiones puedan tener una retribución para que el proyecto continúe. Requiere de mucha habilidad y contar con prácticas paralelas”, mencionaba.

Según Ana María Aragón, representante del subsector de libreros de la Asociación Colombiana de Libreros Independientes en Colombia existen cerca de 180 editoriales independientes, y gracias a su labor, muchos artistas nacionales encuentran un espacio dentro del ecosistema literario.

Los días en la FILBo comienzan a las 9 de la mañana, ya que desde esa hora los trabajadores deben retirar las mallas verdes que protegen el material durante la noche, como si fueran una especie de “pijama” del stand, pues a las 10 en punto, el himno de Colombia suena por los altavoces, marcando el inicio oficial de la jornada y la llegada del público.

Las mañanas entre semana son tranquilas, siempre somos dos. Hoy estoy con Héctor Romero, él nos apoya durante la feria”, comentó María Paula Beltrán, miembro del equipo de Rey Naranjo Editores desde agosto de 2024. Según Héctor, las grandes marcas de la feria suelen enfocarse en vender libros a los que él llama “clientes impulsivos”: lectores de paso, guiados por tendencias o lecturas comerciales. En Rey Naranjo, en cambio, lo importante es fidelizar a quien se detiene, acompañar al lector curioso.

Felipe González, presidente de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente explica que: “No hay mediciones recientes respecto a qué porcentaje de mercado tienen las editoriales independientes en el país, pero desde hace años se habla de un 4%. Debe haber subido”.

Dentro del catálogo de Rey Naranjo, María Paula destaca dos de los libros más buscados por los lectores en esta edición de la FILBo: Cometierra de Dolores Reyes y La Mujer que parió un pez de Rai Solares.

Uno de mis libros favoritos es Cometierra”, mencionó María Paula. “Es la historia de una niña que come tierra para comunicarse con mujeres víctimas de feminicidio”. Incluso comentó que el libro fue prohibido en Argentina bajo el gobierno de Milei, por su fuerte crítica al Estado.

Más que un pabellón, el 17 es hoy un símbolo de resistencia, creatividad y comunidad editorial. Allí, cada libro es una apuesta: por nuevas narrativas, por temas que incomodan, por miradas que no suelen figurar en las vitrinas comerciales. “Con las independientes hay un interés no solo de crear un producto, sino de crear un objeto”, decía Violeta Gómez, y ese objeto —el libro— se convierte en puente, en gesto político, en una forma de habitar el mundo con palabras.

La FILBo ha sido clave en visibilizar estas apuestas editoriales. Antes, muchas de estas voces estaban dispersas; hoy convergen, colaboran y resisten juntas. Y en esa convergencia, también nace una nueva forma de leer el país: más diversa, más valiente, más nuestra.

 

 

 



Visita nuestras redes sociales para estar al tanto de noticias y convocatorias.

LEO Radio